8.3.11

Welcome to London, man


Me desperté muy temprano, algo que ha dejado de ser habitual en mi vida. Tomé el café -que ya no es un hábito sino una necesidad-, alisté las cosas que todo viajero debe tener: un libro, pasaporte, boleto, cartera, maleta, chicle.... y esperé a que me buscara.
París a las 6 am está completamente dormida. Las calles son grandes señores silenciosos y los semáforos, sonámbulos que siguen su rutina. Llegamos a la estación París du Nord. Me despedí con las pestañas pegadas y emprendí mi camino a la entrada de lo que sería mi primer viaje en tren. Hice la cola de "control de salidas" y cuando fue mi turno, una inglesa me preguntó el motivo de mi viaje a Londres. Le dije que iría de vacaciones, que volvería el domingo y que era estudiante de Sciences Po (le di tanta información como me fue solicitada). Me dijo "OK" y prosiguió a sellar mi pasaporte y a decir (al mismo tiempo que hacía esto último): "NEEEXT".
Ya en el andén, tuve que caminar un largo trayecto porque mi vagón era el segundo y la escalera mecánica me había dejado por el último. Lo conseguí, subí y busqué mi asiento: número 36, ventana. Así lo había pedido con la esperanza de que en algún momento, algo vería. Luego de un rato buscándolo, y gracias a la ayuda de un trabajador del tren (creo que me hacía falta un café más para despertar), mi puesto apareció y traía con sí a un monsieur muy apoltronado. Le dije "bonjour". La respuesta se limitó a una mirada y silencio. Me senté algo disgustada porque además de quitarme mi puesto, ni los buenos días me daba y, sin darme cuenta, le pise parte de su traje de persona "elegante e importante" (que por cierto, ocupaba el que ahora era mi puesto). "Excuse moi", le dije. Respondió "il n'y a pas de problème". Claro, él sabía que me había quitado mi puesto, no podía ponerse con cómicas, pensé.
Por un momento me tentó la idea de pedirle mi ventana pero el sueño pudo más así que sucumbí. El sueño iba y venía, a ritmo de los trenes de otrora. Al despertarme, la chica que estaba sentada a mi lado, pero separada por el pasillo, ya había desplegado su kit de maquillaje. La miré por un largo rato: se peinó, se colocó los zapatos, los zarcillos, se maquillo los ojos, se delineó la boca, se soltó unos moñitos que tenía en el cabello, se alisó las pestañas... Me daba curiosidad saber con quien se encontraría. Con su novio o un amante, tal vez, pensé. Su proceso de preparación duró 20 minutos (parecía que era algo que ya había hecho muchas veces) y justo cuando el cierre de su bolso llegaba a la otra orilla, una voz amicrofonada decía (primero en inglés luego en francés) que habíamos llegado a King's Cross St. Pancras station.
Al salir, me esperaba mi amigo Alejandro. La gracia eterna de los amigos. Me dijo para comprarme la tarjeta del metro (del tube, perdón) de una vez, así que hicimos una larga cola, que se hizo corta gracias a nuestra emotiva conversación. Cuando fue nuestro turno, Ale le dijo al señor de la caja, que yo estaría por 5 días y que quisiéramos saber que era mejor si comprar un ticket ilimitado cada día o una oyster card. El hombre, muy amargado, nos dijo que por nuestra culpa tendríamos que hacer esperar más a la gente porque tenía que tomarse más tiempo para explicarnos. Yo no entendía mucho porque precisamente para eso hicimos la cola (de lo contrario hubiéramos usado la máquina dispensadora de tickets y prescindido del hombre). Nos dijo que una oyster card por 5 días eran 30 pounds. Alejandro, sorprendido por el precio dijo: "wow, it's very expensive". Y él hombre respondió (con tono de nigga, acento británico y dejando ver su diente brillante) "hey man, weeeelcome to London, where EVERYTHING is expensive".
Pagué mis 30 pounds, suspiré por la "bienvenida" y bajamos al centro de la tierra, al underground, a la ciudad paralela. Allí, nos convertimos en topos.

1 comentario:

  1. Jajajajajaaja. Sabes que al leer el título de la entrada pensé que me iba a picar bastante si no me mencionabas en tu crónica (por cuestiones de Marketing, deberías mencionar que también tengo un blog, quiero más visitas). Me gusta demasiado como escribes Cami. Publica más sobre Londres!

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